Encerrados en casa Nos esperan días complicados. Nuestra relación con nuestros juegos puede ayudarnos a pasarlos lo mejor posible.

Me encantaría poder ir a casa de cada uno de vosotros y jugar, jugar a lo que quisiérais, poder pasar un rato agradable y tranquilo con un tablero de por medio. Pero no puede ser, nos esperan días complicados. Puede que nuestros juegos sean más valiosos que nunca en estos días encerrados en casa.

Cuando era niño me puse enfermo, como todos en algún momento. Recuerdo un martes lluvioso por la mañana, estaba tumbado en el sofá, viendo un vhs grabado con capítulos de Pumuki y películas de Tintin. Mi madre me tomaba la tempearatura cada poco tiempo, yo tosía y sentía mi cuerpo embotado, pero la alegría de estar en casa viendo dibujos, haciendo puzzles y leyendo tebeos era superior a cualquier malestar. No estaba tan mal y era feliz no estándolo.

Hay mucho de esta afición que nos hace retrotraemos a nuestra infancia y a un sentimiento muy parecido a este. Cuando una tarde de invierno nos quedamos en casa, con reclusiones que son más un regalo a nosotros mismos, y nos dejamos llevar por la deriva de nuestro ocio, nuestros libros, películas o juegos. No es el hecho de que, por norma general, nos guste este estado de soledad admitida, sino que muchos jugadores de juegos de mesa tendemos a buscar una soledad relacionada con nuestras aficiones en algún momento para darnos espacio que sea nuestro, y únicamente nuestro.

Obi, oba, Pumuki acaba de llegar, obi, oba, Pumuki es colosal…

Puede parecer contradictorio, pues muchas veces pensamos que los jugadores que jugamos a juegos de mesa solemos jugar principalmente para sociabilizar, entre otras cosas, y para mucha gente este es el principal aliciente para jugar. Es posible que el estado de reclusión en casa suponga lo que antecede a un posterior éxtasis social. O incluso que esa reclusión, siendo compartida, sea más satisfactoria, pues dos tipos jugando una tarde en invierno, amando la soledad de tu hogar, es una reclusión social gratificante. Y, además, sin momentos de riqueza personal en soledad, en mi opinión, sería más complicado obtener momentos de riqueza en compañía.

Estar en casa siempre es sinónimo de permanecer en el espacio seguro, en un entorno que controlamos y que nos gusta. Rodeados de lo que más nos apasiona. Lo he dicho muchas veces por aquí, que en momentos de crisis o ansiedad latente, acudía a mi estantería de libros para tranquilizarme. Viendo sus lomos, tomando alguno al azar, leyendo algún párrafo. Igual que hago ahora con los juegos.

En el momento en el que escribo esto, debido al problema que tenemos encima con el Virus Covid-19, nos vemos abocados a tener que aislarnos de manera obligatoria. Hay una diferencia, y es que –por norma general–lo hacemos de manera preventiva, sin estar enfermos.

Escucho a mucha gente decir que es tiempo de jugar juegos en solitario, de disfrutar de las lecturas pendientes, de buscar plataformas online para seguir jugando a nuestros juegos favoritos y un largo etcétera. Hoy, de cara a nuestra afición, no es como antes, y los servicios online nos permiten seguir dándole al vicio si queremos. Además, los creadores de contenido siguen, al menos de momento, a pie de cañón, lo cual es muy de agradecer. Como cantaban Depeche Mode: “all i ever wanted, all i ever need, is there, y my arms”…

Mi excesivamente repleta estantería de juegos.

Cuando no hemos tenido una obligatoriedad de estar confinados en casa –y por supuesto relativizando la tragedia del por qué, puesto que si no es así, no escribiría nada de esto–casi hemos vivido como unas vacaciones lo de quedarnos en casa. Momento para leer reglas, para jugar y probar juegos en solitario, para ver vídeos de partidas…

Me paro a pensar en qué podría faltarnos a sobrarnos, como jugadores de juegos, este tiempo que nos espera de encierro obligatorio y pienso en mí y en los consejos que algún día me han dado o que he vivido en mis carnes que podría aplicar en casos como en el que estamos:

  • Planificaos el día. No digo que no dejéis tiempo para cambiar de idea o improvisar. Pero la oferta a veces en casa es tal que muchas veces tardamos más tiempo en decidir qué hacer y qué ver que luego en disfrutar de lo que hemos decidido. Cuando mejor me he sentido ha sido cuando he podido planificar, por ejemplo, “hoy me echo un par de partidas al Marvel Champions y me leo las reglas de Legacy of Dragonholt».
  • Vais a pasar mucho tiempo en casa, puede que sea buena idea programar alguna actividad que te apetezca especialmente para mañana o pasado mañana. Por ejemplo, os apetece mucho probar un juego, “el miércoles por la mañana, lo pruebo”. Eso nos va a ayudar a proyectar en el tiempo algo que va a ser satisfactorio para nosotros y darnos espacio para permitirnos ser pacientes –porque la paciencia la vamos a necesitar–.
  • Si decidís hacer algo, jugar a algo, leer algo, o lo que sea respetad vuestra propia decisión. Si os ponéis a leer un capítulo de un libro, no lo dejes a la mitad para ponerte a hacer otra cosa aunque te entren ganas de ello. Piensa que disparar la atención en muchos puntos diferentes solo crea insatisfacción y, además, tiende a crear la costumbre de no desconcentrarnos y no estimularnos constantemente. Yo lo que hago, si me noto estimulado por más cosas, además de la que estoy haciendo, es ponerme tiempos. Es decir, tengo muchas ganas de hacer muchas cosas, pues establezco que voy a leer dos capítulos de este libro, o leo estas reglas durante tantos minutos… etc.
  • Seguid hablando de lo que os gusta con los amigos con los que lo hacéis, aunque tenga que ser telemáticamente. Puede que esta sea la más importante. En épocas como estas el contacto humano es fundamental. Crea, si es necesario, grupos de whats’up o Telegram ad hoc. Intenta no dejar de comunicarte y de hablar con quien hablas de juegos. Usa twitter, la BSK, lo que sea que mantenga viva la comunicación que tienes con los demás sobre lo que más te gusta.
Sin juegos de mesa, uno pierde la cabeza…

Siempre que pienso en situaciones así me acuerdo de El Resplandor, de la dolencia que achacaron al antecesor de Jack Torrance como cuidador del Hotel Overbrook, la llamada «fiebre del encierro». No digo que vayáis a ver a unas misteriosas niñas gemelas al fondo del pasillo, pero tened en cuenta que lo más importante es poner en perspectiva la situación y con quíen convivís.

Aquí entran los juegos de mesa. Usadlos como vía de escape, como resorte sobre le que escapar del día a día. Usadlos como medicina para el espíritu. Tanto en solitario como en familia, porque tenemos la fortuna de tener juegos de mesa en la estantería. Pensad en ellos como esos elementos para ayudarnos a completar un tiempo de calidad cuando la paciencia pueda estar poniéndose a prueba.

Con vuestra familia, vuestros niños, con vosotros mismos. Son la aspirina que necesitamos cuando la energía o el agotamiento asome como el gató bajo el sofá.
Tenemos la fortuna de que nos apasiona algo que solo necesita para ser disfrutado algo que podemos ofrecernos encerrados en casa.

Suerte, paciencia, y juegos de mesa para todo el mundo.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

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