El (falso) recuerdo de haber jugado. A veces nos sometemos a tanta información sobre un juego que nos puede dar la sensación de que ya lo hemos jugado.

¿No os ha ocurrido que habéis visto y leído tanta información sobre un juego que casi llegáis a creer que lo habéis jugado? ¿O que te han hablado tanto y has visto tanto sobre un juego que cuando vas a jugarlo por primera vez te da la sensación de que no vas a jugar a nada que no hayas jugado antes?

Estos días estoy más tiempo en casa porque he tenido una pequeña intervención –nada grave, pero me tiene unos días sin moverme–y he aprovechado para ver algo de cine de más y algunas películas que tenía aún pendientes.

He visto Joker. No la había visto, tenía interés en hacerlo, pero entre unas cosas y otras finalmente he esperado a que la han puesto en una plataforma de streaming para disfrutar de ella. Una película con tanta resonancia y con tanto eco, que había conseguido grandes premios y de la que todo el mundo habla bien suele crear a su alrededor unas expectativas de las que hay que estar pendiente, sobre todo para no caer en prejuicios.

Pero es innegable que al ponerme a verla reparé en que había escuchado y leído tantas opiniones sobre la película que casi tenía la sensación de haberla visto ya. Es más, si me esforzase a realizar un ejercicio de fabulación, casi podría realizar una crítica personal sobre qué es lo que me había parecido su ficticio visionado.

Si no has visto la película de Joker hoy en día, después de haber visto, oído y leído tanto sobre ella…¿crees que sabes ya qué es lo que vas a ver?
Joker © Warner Bros

La película estuvo bien. Reconozco que aunque dejase esos prejuicios aparte, algunos se sentaron conmigo en el sofá, y puede que esperase que me gustara más de lo que finalmente lo hizo precisamente por todo lo dicho. Pero es una gran película, vaya.

Bien, echando la vista atrás también pienso que me ha ocurrido esto con algunos juegos de mesa. Juegos de los que has oído hablar una y otra vez, que forman parte de un canon que hemos creado todos cuando hablamos de los juegos de mesa que hay que jugar o aquellos que la opinión popular y el ranking de la BGG considera que son excelentes.

Algunas veces me preguntan si he jugado a un juego de éstos y tengo que pararme a pensar si lo he hecho. Estas veces me ocurre que he escuchado tanto sobre ellos que casi puedo tener una opinión formada. Muchas de estas veces esa opinión está fundamentada en la opinión de otro, que no tiene por qué ser tampoco formada. Esto, además de poner prejuicios sobre la mesa, hace que una posible opinión que no tiene ni pies ni cabeza acabe teniendo resonancia y se de por cierta.

Me ha pasado recientemente cuando jugué a Hansa Teutónica, juego del que en su momento escuché hablar muy bien y que al volverlo a jugar me di cuenta de que aquello no lo había jugado, a pesar de que hubiese jurado que sí.

Igualmente me ocurrió con Five Tribes. Hablando con mi querido amigo Jose Luis Hurtado, que me había dicho que había jugado con unos amigos suyos, le dije que era un juego que aún gustándome pensaba que el esfuerzo de analizar las opciones en algunos turnos excedía el gusto que me daba.

Al ver la imagen del Five Tribes me di cuenta de que estaba convencido de haber jugado a un juego al que no había jugado.
Foto de Allen O’Connor extraída de BGG.

Luego al revisar la BGG no vi que tuviera apuntada ninguna partida, y al ver las fotos tuve que reconocerme que aquello no me sonaba de nada. ¿Lo he confundido con otro? Es posible. ¿Cómo podía tener tan clara esa opinión sobre el juego hasta el punto de decirle eso de que me suponía más esfuerzo analizar las opciones que luego la satisfacción que me generaba, si no lo había jugado?

Es una opinión lo suficientemente contundente como para no pensar que la hago habiendo jugado al juego. Sin embargo, los juegos de mesa no se libran de este tipo de trampas que nos ponemos nosotros mismos.

El cerebro del ser humano es muy peculiar. Intenta tenerte pendiente de lo que le interesa y de hacerte olvidar lo que no. Y al contrario, a veces genera recuerdos ficcionados a través de estímulos, plantándote la sensación de haber vivido algo que en realidad no has vivido.

Hay un libro maravilloso que creo que alguna vez he comentado por aquí llamado «La singularidad de la fotografía«. Su autora, Kathrin Yakavone, habla sobre como Barthes y Walter Benjamin pensaban que el impacto de la incursión de la fotografía en la sociedad cambió la manera en la que vemos nuestro presente y creamos nuestros recuerdos.

El bueno de Walter Benjamin, la de estudios que dedicó a la memoria de la fotografía y lo poco recordado que es.
Foto de la Biblioteca Nacional de Frankfurt en 1939

Ocurre que los juegos de mesa son generadores de imágenes y se relacionan directamente con ellas. El tablero, las cartas, los meeples, los colores, el diseño, todo tiene una carga visual potente sobre la que nos zambullimos constantemente. Sobre todo si eres de los que buscan a su alrededor información, de los que ven fotografías, de los que escuchan podcast y ven vídeos y ejemplos de juegos. Supongo que hasta cierto punto es normal que después de ver mil veces las imágenes de un juego, de escuchar a tu alrededor a la gente hablar y jugar a ese juego, acabes por dejar penetrar esas imágenes en tu cabeza.

¿Y qué ocurre cuando lo juegas? Es decir, cuando escuchas y lees hablar tanto de un juego al que no juegas en el momento «caliente» y años después juegas, trayéndote un buen saco de opiniones que puede que en este tiempo ya hayan tomado peso en tu cerebro. A veces he ido a jugar a un juego con una opinión ya formada sobre él, casi por la misma razón por la que Five Tribes ya lo había jugado –en mi mente–.

Star Wars Rebellion jugado en Mecatol Rex.

Por ejemplo, me ocurrió con Star War Rebellion. Un juego al que me costó jugar por no encontrar ocasión y con el que tenía unas expectativas altas que traté de rebajar para no decepcionarme. Y cuando pensaba que sabía casi todo del juego y que el jugarlo no me iba a sorprender, acabó haciéndolo y fascinándome. O Brass, al que jugué ya con su nueva edición y del que escuché siempre maravillas, y me imaginaba algo totalmente distinto –que no peor–a lo que resultó ser el juego. O Mage Knight, del que daba por hecho que era de una forma que al jugarlo resultó ser todo una construcción inmaginada por lo que había leído y esuchado de él.

En fin, cuestión de expectativas, sí, pero también cuestión de que hay rachas en las que nos sometemos en algunos momentos a tantas imágenes que a veces nos cuesta ordenarlas. Información, comentarios, blogs, vídeos, podcast… bendito exceso, cómo nos gusta, pero a veces, cómo nos engaña.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

4 comentarios en “El (falso) recuerdo de haber jugado. A veces nos sometemos a tanta información sobre un juego que nos puede dar la sensación de que ya lo hemos jugado.

  1. Nunca hasta el punto de dudar si lo he jugado o no, pero si el generar una visión casi completa de la mecánica y las sensaciones del juego que luego, casi con total seguridad, no tienen que ver con la experiencia real cuando lo juego. Ahora mismo hay 2 de los que citas que no se si quiero probar o no por ello (Brass y 5 Tribes) porque he ido acumulando tanta informqción y tantas ganas de jugar que ya no se si vam a mantener el nivel.
    Gran artículo, un saludo

    1. Hola!
      Lo cierto es que cuanto más juega uno, más sencillo es hacerse una idea con solo un acercamiento a las reglas. Pero es gracioso como la mente nos hace dar por hecho muchas veces que algo es «igual» que algo cuando no siempre lo es.
      ¡Mil gracias por comentar y pasarte por aquí!

  2. Entiendo esa sensación que comentas en este artículo, esa sensación que tenemos los jugones de haber jugado a algo antes de hacerlo por el exceso de información que hemos consumido sobre ese juego. Es algo que combato hace años con mi propia estrategia.

    Intento no tener mucha información sobre los juegos que no he jugado salvo que los vaya a jugar próximamente. Me explico. Puedo saber “de qué va el juego”, quién es su autor, cómo son sus componentes y alguna que otra mecánica que utilice pero sin más. No busco más información de la necesaria. Pero todo cambia, si ese juego desconocido (o muy poco conocido por mí) voy a jugarlo porque mi grupo mecatoliano ha propuesto una partida.

    Entonces sí que leo más sobre el juego, busco alguna reseña, veo un tutorial sobre cómo se juega y me preparo mínimamente para no ir de vacío a mi primera partida. Está claro que después de hacer lo que he enumerado, mis expectativas y/o prejuicios se decantan hacia un lado de la balanza, pero son unas expectativas ante un juego que lo voy a jugar ya mismo, mañana, pasado mañana, esta misma semana…, por lo que no serán unas expectativas que me harán creer que ya lo he jugado puesto que lo voy a jugar en poco tiempo. Y la realidad pondrá en su sitio a mis expectativas y eliminará la sensación de “deja vu”, de haberlo jugado antes de hacerlo.

    También está el caso de que un juego me interese mucho y que piense comprarlo antes de haberlo jugado. Gracias a pertenecer a un club como Mecatol intento que esto no pase ya que es fácil que algún compañero más viciado que yo, se lo haya comprado y tendré la oportunidad de jugar su copia antes de saber si me interesa para que se incorpore a mi modesta ludoteca. Por lo tanto, vuelvo al principio del mecanismo, leeré reseñas, veré vídeos, me crearé mis propias expectativas, pero después lo jugaré y el imaginario que monté en mi cabeza dará paso a la realidad del juego.

    Es bonito imaginar cómo será el juego pero un poco irreal creer que ya sabes cómo es, como se juega, como funciona su diseño cuando en realidad nunca lo jugaste. Habrá que poner los pies en la tierra y las manos sobre la caja para jugar esa primera partida antes de dejarnos llevar por nuestra fértil imaginación. No siempre es posible seguir esta estrategia.
    (Perdón por la extensión del comentario. No sabía explicarlo sin enrollarme)

    1. ¡Hola, Alonso!
      Mil gracias de nuevo por comentar esta entrada. La suerte que tenemos nosotros es, efectivamente, tener la posibilidad de probar cosas en un club de juegos. También es cierto que yo con el tiempo he cambiado bastante esta actitud hacia la novedad, tendiendo siempre a no comprar nada si no tengo claro que lo voy a jugar habitualmente, quizá con esa premisa es más sencillo plantearse estas cuestiones. Pero me hace gracia ver que tú también pienas en esa irrealidad que uno crea en su mente sobre cómo es un juego casi al detalle cuando en realidad no lo has jugado.
      ¡Gracias por pasarte por aquí!

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