Cuando no quieres jugar más No creías que pudiera suceder que no te apeteciese jugar a un juego de mesa.

Me ocurre que cuanto menos puedo jugar, menos ganas tengo de hacerlo. Y al contrario, si puedo jugar, me apetece hacerlo. Hay rachas y etapas en nuestra vida de jugadores y deberíamos poder aceptar sin extrañarnos que puede llegar el día en el que no nos apetezca jugar a un juego de mesa.

He escuchado mucho eso de que cuanto menos se juega, más ganas de comprar le entra a uno. A mí me ocurre un efecto que no veo a menudo. Me pasa como esas rachas en las que dejo de leer demasiado y me cuesta volver a hacerlo. Como cuando dejas el gimnasio y te cuesta volver meses después.

No debería ser así, pero creo que en este caso tiene más que ver con la pandemia y todo lo que nos está rodeando últimamente. Puede que ilustrándolo con algunas de mis últimas conversaciones con mi amigo Víctor Nores, me hagan llegar al punto que quiero destacar.

La historia que comparto con Víctor y los juegos de mesa es curiosa por cómo comenzó y cómo ha ido desarrollándose. Se puso en contacto conmigo para comprarme un juego y quedamos para tomar un café y hablar de la afición. Acabamos dándonos cuenta de que éramos vecinos, quedando para jugar y haciéndonos amigos.

Troyes era uno de los primeros juegos que jugamos en pleno fervor inicial.

Se convirtió en un habitual en mi entorno de juego. Raro era el día que no hablábamos sobre juegos, de novedades o nuevas adquisiciones. Victor, además, tenía nervio de coleccionista. Conservaba juegos de ordenador antiguos, como las aventuras gráficas que han hecho felices las infancias de muchos de los que estáis leyendo esto, así que os podéis imaginar que su forma de ver los juegos iba más allá que buscar el placer de jugar en compañía.

Comenzó a ser habitual verle en tiendas y en varios grupos de juegos y tuvo una amplia colección que llegó a albergar un Kingdom Death Monster en todo su esplendor completista. Cuando hablamos sobre nuestro enganche inicial, por contextualizarnos, Victor comentaba que él andaba metido en esto desde 2004 por culpa “de un erasmus y un Catán”.

Vivíamos a tiro de piedra por lo que nos era fácil quedar, pero en un momento dado cambió de domicilio y nos fue complicado continuar en contacto con el mismo ritmo. Y poco a poco, fue despegándose de la afición. No era la primera vez que le ocurría, pero quizá esa vez fue la que le produjo un mayor desapego.

‘A Study in Emerald’, un juego con la categoría de «juego de coleccionista» que Victor tenía en su estantería.

Cuando le conocí teníamos esa una fiebre que podría resumir el perfil al que adherirnos muchos de nosotros en algún momentos: veía muchos vídeos, aprendía acerca de todo lo que se relacionase con juegos, buscaba información, escuchaba podcast, etc… Ya sabéis, aquellos momentos en los que uno vuelve a casa tras de una reunión con amigos sin saber por qué se ha llevado un puñado de juegos que nadie le ha pedido y que no han salido de la bolsa.

Cuesta muy poco encontrar nuevos estímulos cuando todo es novedoso y refrescante y te engancha como una droga, pero poco a poco dejas de recibir más información que añadan novedad a tu bagaje y es entonces cuando puede llegar cierta estabilidad y equilibrio o un descenso del interés.

Tras algún tiempo, Víctor acabó por separarse de todo esto. “El hecho de no poder compartir la ‘ludopatía‘ con mis amigos es lo que hizo que todo se viniera abajo». Al final solo tenía una amistad cercana con quien jugar y solo jugaban Aristeia!, hasta que acabó por dejarlo por completo y vender su colección.

Cuando vendí el Kingdom Death Monster me quité una losa de encima”. Víctor era consciente de que al comprar ese juego compró un deseo que en realidad le era imposible de materializar… Se desvinculó de todo lo que había alrededor de los juegos y como mucho de vez en cuando jugaba algún ‘party’ o algún Escape Room.

Es gracioso porque hasta aquí podríamos pensar que esto es un artículo sobre una adicción con testimonios de un ex-adicto, pero no, va por otro lado, ya veréis.

Víctor no quería buscar gente con quien jugar a esos juegos, sino encontrar juegos que poder jugar con su gente, porque él consideraba que eso es lo realmente importante.  También es cierto que tuvimos la suerte de conocernos gracias a los juegos, por lo que pasábamos a ser “su gente”. Pero no quería que el impulso de jugar a un juego fuese el que le empujase a buscar gente nueva.

Noto algo de reticencia a hablar de altibajos y rachas en esta afición, pero están ahí. Al fin y al cabo las aficiones como esta, que se envuelven alrededor de un componente social tan fuerte, pueden variar de intensidad dependiendo de las circunstancias.

Al final, creo, se trata de encontrar qué es lo que llama de los juegos de mesa y qué es lo que uno busca en esto.  Por eso es más sencillo en ocasiones separarse un poco para conseguir filtrar el grano de la paja.  Pero puede suceder –a mí me ha ocurrido–que la inercia del gusto por los juegos se vea acelerada cuanto más juegues, y se vea decrecida cuanto menos lo hagas.

Estamos en una especie de cárcel y no hemos pasado por la casilla de salida.
Imagen: Gettyimages

Estamos en una situación en la que, por la pandemia, nos vemos poco e interactuamos menos. A mí esto me afecta a la hora de invertir energías que me sobrarían en otros momentos en los que juego y me relaciono más de lo que lo hago ahora. Es como si de algún modo mi cuerpo y mi cabeza se adecuaran a la situación que tenemos adaptándome a cuánto soy capaz de relacionarme con los demás.

Pero hay un reenganche a la afición que ha hecho que Victor vuelva a interesarse por los juegos de mesa; encontró un nuevo grupo de juego y quizá esto resuma todo lo que antes; el que importe que tu tiempo esté dedicado jugar con quienes quería jugar.

Para mí creo que lo mejor es disfrutar de esto en pequeñas dosis y pensando en la gente. Así que, en esta nueva racha, solo adquiero juegos que sé que voy a jugar con gente”. Ahora trata de no pensar con quién va a jugar un juego concreto sino que intenta pensar en que la gente de su alrededor con quien quería jugar. Y esta premisa le ha hecho volver a jugar al Pandemic y adquirir Puerto Rico o Brass.

Y también tiene claro que quiere probar los juegos antes de comprarlos, y que más que pensar en con  “Se acabó el ser compulsivo, el navegar sin sentido buscando los hilos de venta de la BSK o por wallapop, e ir solo a por lo que realmente entre dentro de mis propias reglas. Dentro de que el covid nos ha cambiado todo, ha servido para aprender a saber consumir con cabeza, y saber valorar el tiempo que le dedicas”.

Bien, después de todo esto, acepto que a veces este artículo parece más un anuncio del Proyecto Hombre, en plan “di no a las drogas”. Pero no, es más un reflejo de que a veces nos dejamos llevar por un furor que no nos corresponde. Que esto de jugar juegos de mesa puede ir por rachas, y que una misma persona puede ser la que cada día se desayune mirando el “hotness” de la BGG y unas semanas después solo le apetezca jugar a las Magic con su vecino.

Al fin y al cabo, las cabezas son redondas para que las ideas puedan cambiar fácilmente de dirección, y si hay algo que nos defina como especie es la adaptabilidad que tenemos al medio. Dicho esto, estoy deseando que me vuelvan las ganas de jugar como un loco y sin parar, porque eso significará que puedo hacerlo.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

6 comentarios en “Cuando no quieres jugar más No creías que pudiera suceder que no te apeteciese jugar a un juego de mesa.

  1. Es una afición que necesita gente y en estos tiempos de aislamiento si pierdes el ritmo, es necesario un reenganche. El ejemplo del gimnasio es el mejor para ilustrar lo que está ocurriendo.

    1. Muy deacuerdo, Tiratu. A veces nos metemos en la burbuja en la que nos estamos viendo obligados a encerrarnos y cuesta salir de ella aunque tengamos herramientas a nuestra mano para hacerlo.
      gracias por tu comentario!

  2. Los seres humanos tenemos mucha inercia en todas las facetas de nuestra vida: aficiones, deporte, lo que sea.
    Cuanto más haces algo, más te apetece (no conozco la explicación científica), así que la solución para que te apetezca jugar más es empezar a jugar, buscar ese juego que tienes en un rincón, coger el manual, y recuperar la ilusión con la que lo compraste en su día; y claro está, empezar a jugarlo.

    Gracias por tu blog y también por el podcast. Le das un toque diferente a la afición, y es muy de agradecer.

    1. Hola, Oscar.
      Tienes toda la razón. Además es que la inmovilidad mental solo se rompe activándote. El problema es cuando quieres jugar pero el entono no te deja (ya sabemos cómo estamos). Hay a quien le da por comprar juegos cuando no puede jugar, a mí me da por que se me quiten las ganas. Espero que se pueda romper pronto porque empiezo a estar agotado (como todos, claro)…!
      ¡Gracias por los ánimos y por tu comentario!

  3. Como juego exclusivamente en solitario, a mi todo esto me queda lejos, de hecho la pandemia me ha hecho jugar más, porque mi gran afición es la correr por montaña y la bici de montaña, pero nos tienen confinados en las ciudades y por suerte esta otra afición no me la pueden cortar… bueno y también he empezado a darle al piano…
    Pero a mi también me pasa que a veces me apetece jugar más y otras menos… y por supuesto, mi colección de juegos es muy muy corta.

  4. Me identifico mucho con tu artículo, Luis. Llevo en la afición desde los 80, con idas y venidas segun las fases de la vida, y llegó un momento con una colección inmensa, acumulando juegos para sacarlos con los niños, co mi pareja, con mis colegas y sus hijos, solitarios, con el mayor, con el peque… para acabar en estos tiempos reconociendo que no saldrán jamas. Creyendo, también, que siempre podria venderlos si no encajaban. Y ahora es una pesada mochila, que no sale ni a mesa ni en venta. A ver si logro destilar, colocar y disfrutar, porque a la jubilación no vale la pena esperar. Un saludo

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