Aprender a perder en compañía Aprender y explorar juegos junto con algunos tipos tan "enfermos" como yo han constituido experiencias únicas.

Me ocurre a menudo que la dificultad, las ganas y el empuje de acercarme a un juego es directamente proporcional a la cantidad de gente que te acompañe en el aprendizaje. Sobre todo si tu único acicate eres tú y no tienes la capacidad de ofrecerte a ti mismo garantías. Si eres el que va a explicar el juego tienes la maravillosa presión de saber que hay quien va a atender a tus esfuerzos de aprender sus reglas. Si es un juego que te apasiona, será más sencillo. Pero si es un juego que, además, no has aprendido en soledad, es posible que se convierta en una experiencia en sí misma.
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