La voluntad sin batería Cuando uno tiene menos tiempo libre se da cuenta de que la energía y la voluntad son cruciales para disfrutar de las aficiones que le gustan y le llenan.

Cuando uno tiene menos tiempo libre, ya sean por obligación o por elección, se da cuenta de que la energía y la voluntad son cruciales para disfrutar de las aficiones que le gustan y le llenan.

Siempre que la vida y su indefectible martillo nos hace estirar el tiempo para invertirlo en obligaciones, sucede que nuestras aficiones son las primeras maltratadas y las que antes notan el dolor de la inatención.

Hay mucha energía en estas actividades diarias que me tocan, que no son peores ni distintas de las de muchos otros, pero sí que me exigen más de lo que suelo poder dar cuando se combinan malamente; el trabajo y sobre todo varios temas familiares médicos. Requieren un desgaste mental extra, la primera, habitual, y con el que se lidia sin especial problema. Pero combinado con el segundo es un bombo que mentalmente drena la energía a toda máquina.

Permanecer activo y brillante para lo que queda del día es muy difícil para mí en estos últimos meses. Cuando uno toma decisiones vitales, ya sea porque ha de tomarlas o porque le obligan, todo lo que no tenga que ver con ellas puede quedar pausado o relegado a un segundo plano.

Esta imagen me define ultimamente en mi actitud con los juegos de mesa. (Imagen Pixabay: Free No attribution required)

En mi caso me ha ocurrido con los juegos de mesa. Me ha costado sacar tiempo para jugar, me ha costado también ser capaz de leer reglas y de estar «metido» en esa corriente que habitualmente mantengo de ir viendo qué me gusta, leer reglas, jugar juegos, etc… Noto que mi energía no está a tope, que no me llega la cabeza para estar ahí y me ocurre que me cuesta expresarlo y hacérselo ver a los demás, a quienes habitualmente me ven como compañero de juegos.

Todo esto me lleva a una vuelta de hoja que es el nivel en el que ponemos la afición dentro de nuestras prioridades y si forma parte de esas opciones vitales o qué lugar ocupan en toda la amalgama de actividades que llevamos a cabo a lo largo de nuestros días.

Enrique Rojas habla de ‘la voluntad‘ como un elemento activo al que acudir para buscar beneficios a medio y corto plazo por encima de la satisfacción inmediata. Dentro de que mi opinión sobre este autor pone en cuarentena gran parte de su ideario, sí que desarrolla algunas ideas que me parecen interesantes –sobre todo las que no tienen que ver con inculcar valores a fuerza de hacer ver que sus creencias son las correctas–. Entre ellas está el ser consciente de que la voluntad es una habilidad en sí misma que capacita al que la busca a tratar de tener claros unos objetivos y tener la capacidad de llevarlos a cabo. Así que veo que el primer paso es tener la voluntad de hacer algo, el segundo es ver cuánto sacrificio y desgaste hay tras ello, y el tercer tener bien claro que la satisfacción va a llegar.

Por eso me ocurre que me cuesta gestionar el desgaste que me supone tener la volunta de volver a jugar tanto y tan bien como antes hacía. Me ocurre que cuando tengo algo de tiempo y quiero dedicarlo a los juegos, me agarro a juegos que no requieren un exceso de mí o a los que me resultan fácil de acceder, como pueden ser juegos que sé que en seguida puedo abrir y ponerme a jugar. Por ejemplo, en estos últimos meses he dedicado mucho más tiempo a la lectura y a la escritura.

Supongo que es algo que puede parecer contradictorio –¿leer y escribir se me antoja menos perezoso que jugar un juego de mesa?– pero nos resulta más fácil romper ciertas resistencias cuanto más hábiles nos veamos en lo que vamos a hacer. No me cuesta tanto escribir o leer como ponerme a jugar. Es algo sencillo para mí. Como el que no le cuesta volver a estudiar si lleva cierta costumbre de hacerlo. Me ocurre que jugar no me cuesta, lo que me cuesta es todo lo que hay al rededor de los juegos de mesa que no sea sentarme y jugar.

Dune Imperium fue uno de los últimos juegos que jugué «a mesa puesta».

Es aquí cuando, en estos últimos meses, algunos de mis amigos han visto mis llamadas de auxilio lúdicas, me han permitido el «lujo» de ir a mesa puesta, de invitarme a sus casas o al club al que jugamos sin que tenga que hacer nada más que sentarme y jugar. Que me han puesto de menú lúdico juegos que apenas han exigido más que mi presencia y mi voluntad de estar.

Estos días escuchaba una entrevista a Leonor Watling en la que decía que tenía rachas en las que veía películas que tenían un peso y un componente trascendental importante y otras en las que no quería más que películas palomiteras. Que las rachas están ahí y forman parte de los cliclos mentales del ser humano, y claro, que todo esto se refleja en muchos aspectos de tu vida.

Puede ser por ello que últimamente me esté viendo todas las pelis el Universo Marvel de nuevo y que mis únicas líneas de energía de pensamiento me las permita a la hora de leer. Que acuda a relecturas, que juege más a juegos habituales, que los ratos que pueda, que son pocos, los pase más en soledad en casa –desintoxicarse de ciertos ambientes médicos es crucial– y que como mucho me atreva a leer ensayos más densos que sean los que colmen el único extra de energía que me permito conceder. Y puede ser por ello que últimamente me apetezcan juegos que no requieran explicaciones largas o un exceso de tiempo invertido que no sé si voy a ser capaz de darles.

Leonor Watiling en La Cafetera (autor, Radio Cable).

Ayer una amiga me decía que tenía que volver a ser un poco «zángano», y posiblemente tenga razón, aunque la acepción de la palabra va más solo por el trabajo, pero acepto que ciertas obligaciones familiares sirven para dar sentido  al mensaje final. La cosa es que venía a decir que «tengo que encontrar tiempo para aburrirme más».

¡Qué importante es tener energía para disfrutar de las cosas que nos gustan!

Puede que simplemente sea cuestión de no dejar el hábito, de no parar, de seguir jugando. Así que encuentro sencillo el punto en el que poder volver a rodar con la facilidad de ir cuesta abajo, pero me cuesta dar por sentado que

En estos tiempos extraños que vivimos, en los que hay más incertidumbre que certezas y que uno no sabe un lunes qué le deparará la semana, es importante agarrarnos a lo que conocemos y que nos gusta. Pero cuando no hay energía para ello, conviene recordarlo, nombrarlo en voz alta y tener la voluntad de cambiarlo. De ahí estas líneas que he necesitado escribir y que estás leyendo.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

Un comentario en “La voluntad sin batería Cuando uno tiene menos tiempo libre se da cuenta de que la energía y la voluntad son cruciales para disfrutar de las aficiones que le gustan y le llenan.

  1. Un placer volver a leerte Luis, siempre se me hacen cortos. Con respecto a lo que comentas, no siempre podemos disfrutar de aquello que nos apasiona, de la misma manera que lo hemos disfrutado siempre. Conviene buscar otras formas de disfrute que se amolden mejor a nuestro estado de ánimo o energías. Bien sea gracias a la generosidad de nuestros amigos, o experimentando nuevas formas que se amolden mejor a nuestro estado actual. Un saludo Luis.

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