New Bedford, un lustro entre ballenas a la deriva. New Bedford se financió en junio de 2015, se entregó en 2016 con componentes erratados que no se han sustituido hasta enero de 2020

New Bedford fue uno de mis primeros kickstarters, se financió en agosto de 2015 y lo recibimos un año después. Yo, además, tuve la desgracia de tenerlo en un pedido conjunto que fue rechazado en aduanas y volvió a su lugar de origen, lo que hizo que tardásemos aún más en recibirlo.

El juego era bastante agradable, un constructor de ciudades con mecánica de colocación de trabajadores, nada fuera de lo común hoy en día, pero hace cinco años quizá aún no habíamos visto los suficientes juegos de este estilo como para que nos pareciesen todos parecidos entre sí. Este no destacaría hoy por nada concreto, sin dejar de ser un buen juego.

Quizá sus puntos fuertes eran, por un lado, el tema que trataba, la caza de ballenas en Nueva Inglaterra, en concreto en Massachusetts, a mediados del siglo XIX. me atraía mucho. Además, tenía un automa bastante conseguido, con balleneros contra los que podías jugar que tenían movimientos y gestionaban sus recursos de maneras diferentes, con personalidad propia y bastante sorprendentes como para que me atrajera en aquél entonces jugarlo en solitario, o meterlo como tercer o cuarto jugador en partidas a dos o tres jugadores.

Plano del puerto de Nantucket, que junto a New Bedford fueron los centros neurálgicos de la caza de ballenas en Nueva Inglaterra y en la que la historia de Moby Dick daría inicio.

Hablé de él en Planeta de Juegos 76, diciendo que era un juego sin pretensiones que, sin destacar ni maravillar, tenía cosas interesantes. Le di tres o cuatro partidas con fervor aunque, como veréis más adelante, había cosas que chirriaban en su contra desde el principio. Además de precioso, era de esos juegos que tienes la sensación de que hay algo de artesanía en el cuidado que se ha puesto en su elaboración.

Hoy es más común ver estos acabados, pero entonces, y siendo un juego inspirado en una época que facilita acudir a cierto romanticismo, elaboraba un cuadro muy agradable ver el acabado final. Y temo ser fanboy de todo lo que huele a siglo XVIII y XIX y proviene del otro lado del charco, y con abrir el juego y revisar el diseño de las reglas y los dibujos de las losetas… a un tipo fácil como yo le tenía ganado.

Pero, tras varias partidas, noté que algo iba mal. A pesar de que el juego fluía, había momentos en los que era evidente que había edificios que no tenían sentido, y la partida acababa por encajarse y se notaba de inmediato que estos edificios en forma de losetas estaban muy desequilibrados. Al poco de indagar di en la BGG con que había un enorme hilo de erratas, porque muchas losetas habían sido mal impresas y eran injugables. El bajón fue gordo y después de ver que no había una aparente solución inmediata por parte de la editorial, Dice Hate Me Studio –apropiado nombre, proclamo–, le di puerta. Vendí el juego avisando al muchacho que me lo compró, que me dijo no importarle.

Las FAQ y erratas tenían un hilo inabarcable. Cualquier juego que tuviese esto y no fuese una obra maestra estaba destinado a morir.

Hace unos meses vi New Bedford en un pilón de juegos que vendía mi amigo Alf colocado en una mesa del club Mecatol Rex. Recordé por qué me interesó, me emocioné y le dije que se lo compraba, además, venía con la expansión incluida, y dije que había olvidado la razón por la que lo había vendido. Me lo dejó a buen precio y me lo llevé bajo el brazo.

Cuando llegué a casa me acordé de la razón, cuatro años y pico después: las putas erratas en los edificios, según recordaba, que hacían que fuera casi injugable. Me metí en la BGG y vi que la editorial tenía un mail de contacto y que decía, además, que iban a intentar solucionarlo, pero habían dado tantas explicaciones y los autores se habían disculpado tantas veces, que todo parecía perdido desde sus últimos mensajes, tres años atrás, pues en los últimos meses se había mandado a reeditar ya con las losetas corregidas.

Union Street, en New Bedford, una de las calles más importantes de la ciudad, cuyos edificios colindantes aparecen en el juego, en torno a 1850

La actividad volvía a la vida al juego, parecía que tenuemente el juego seguía jugándose y despertaba interés al otro lado del charco. Había tenido 1,5k ratings y muchos comentarios positivos a pesar de las erratas–otros tantos negativos, indignados con la gestión de las losetas erratadas–. Parece que había habido una primer remesa de envío de losetas corregidas –¿por qué no se avisó a los que financiamos?– y a los que no tuvieron la suerte de pillar ese primer envío, lo jugaban con la hoja de erratas impresa para poder calibrar los edificios mientras lo jugaban. Les escribí, metí el juego en la estantería y me dio pereza volver a ponerlo a la venta, puesto que me daba algo de apuro a estas alturas.

Era uno de esos casos en los que se clava en tu mente que hay algo injugable, porque tiene errores, en el que sabes que algo no va bien, pero que podrías seguir jugando haciendo los ajustes necesarios. Y sin embargo, los más de 250 mensajes de FAQs y erratas no hacían más que repetir a quien los leyera, casi de manera subconsciente, que el juego no se podía jugar, que estaba roto, que no valía, a pesar de los esfuerzos de los autores por arreglar la idea que se nos había instalado a muchos en la cabeza.

El 7 de enero de 2020, el mismo día que escribo estas líneas, he recibido las losetas de edificio corregidas, después de que hace un mes anunciaran que, al fin, habían recibido los sets de losetas actualizados. Cinco años después de poner mi dinero para financiar el proyecto.

Veo el puñado de losetas y quizá ni son tantas ni era para tanto. Luego pienso que lo sería si lo notamos al jugarlo, y luego pienso que quizá si no lo hubiera sabido nunca lo hubieramos seguido jugando de manera normal. Quizá, de haber estado en la primera remesa con las losetas corregidas hace años, no estaría escribiendo esto, pero durante tiempo se quedó en mi memoria como un ejemplo de un buen juego destrozado por sus erratas ¿Qué hace que un juego quede como una producción ignominiosa, como un error salvable, como un montón de casualidades mal resueltas o como una tragedia editorial?

El puñado de losetas sin erratas recién llegadas. He tenido el juego en el ostracismo por solo un puñado de losetas.

New Bedford es un juego que tiene ya cinco años. En una época como la que vivimos, en la que la velocidad a la que los juegos aceleran su vida útil según la calidad real que tengan, es decir, donde la purria acaba quedando atrás, un lustro es casi una década. La oferta hoy es brutal comparado con hace tan solo cinco años. El juego bien podría haber sido sepultado y, posiblemente, después de miles de quejas perdidas entre el eco, nadie echaría estas alturas ya de menos nada referente a él. Y es lo que creía, pero ahí estaba jugándolo la gente, en un lugar paralelo al que mi mente y yo teníamos este juego.

Pero parece que el empecinamiento de los autores, Nathaniel Levan y Nolan Nasser que confiaban en el producto por el cariño y paciencia que habían puesto al realizarlo, es lo que ha hecho que todo llegue a buen puerto –nunca mejor dicho, y si se puede considerar cinco años después que esto es «llegar a buen puerto»–.

No sé cómo tomarme que un lustro después aparezcan las losetas corregidas, porque es un lapso imperdonable de tiempo, pero heme aquí sin saber si estar contento del todo con cómo ha terminado el asunto con el juego que apoyé a financiar. Sería justo rejuzgar el juego, ponerlo en otra estima o pensar que mi idea podría ser diferente de no tener la solución tanto tiempo después.

Supongo que, de no haber vendido la copia inicial, mi sensación sería más de rechazo que otra cosa, y no soy yo de enfadarme en exceso con estas cosas, pero a veces la línea que rodea el aficionado, el consumidor y mi personalidad apacible, es un poco difusa.

El juego, en todo su esplendor de preciosismo y componentes.

La única moraleja de este asunto es que hay que cuidar a los autores de los juegos, y que muchas veces gracias a la confianza que tienen en sus juegos, en el cuidado que ponen en ellos, puede que salgan a flote proyectos que aparentemente se habían hundido –de nuevo un término marítimo, disculpadme, pero es que da de sí mucho…–.

Y es que, sin duda, una edición erratada y una gestión como esta dan al traste con cualquier juego, sea quien sea el autor y provenga de la editorial que provenga. Si encima se nos mete en la cabeza, como este caso… Son causas insalvables y destrozan un proyecto por mucho amor y mimo sepamos se haya puesto en ellos. No hay juego que resista una cantidad de erratas que lo haga injugable, o que lo altere lo suficiente como para que la experiencia se aleje de lo que sus autores habían diseñado.

Quizá sea extraño decirlo pero estoy contento de poder tener el juego, cinco años después, que los autores querían publicar. Y tengo muchas ganas de jugarlo.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

2 comentarios en “New Bedford, un lustro entre ballenas a la deriva. New Bedford se financió en junio de 2015, se entregó en 2016 con componentes erratados que no se han sustituido hasta enero de 2020

  1. hola Luis,

    este es un juego al que quiero pillarme, no había leido lo de las erratas, gracias por el comentario,

    pienso comprarmelo en amazon, pero como se que el que compre no tiene las erratas?

    Saludos

    1. Hola, Fernando.
      pues en principio la que compres debería ser la segunda edición ya. Aún así siempre podrás preguntar y mirarlo con la tienda que lo venda. Avísame si lo compras!

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