Impostor y copiota Sobre la dificultad de ser original para hablar sobre juegos y la búsqueda de referentes. A veces uno es impostor y copiota sin saberlo u orgulloso de serlo.

Un impostor es alguien que hace algo que cree que no le corresponde. Un copiota no tiene porque serlo de manera consciente y muchas veces copia por inercia. Ambos suelen tener en común que pueden aparecer cuando el cuerpo te pide hacer algo más que jugar.

Tenemos problemas con la originalidad. Por tenerla en demasiada estima algunas veces y por tenerla en poca en otras. Tanto para los juegos, lo que exigimos de ellos, nuestra idea recurrente de que hay juegos «que no aportan nada nuevo» y los que por pretender ser originales se pasan de frenada.

Y luego están los que hablamos y escribimos de juegos, que pecamos de lo mismo y, muchas veces, convertimos en corriente de opinión lo que surge como una chispa, y lo transformamos en un mantra que repetimos sin nunca acudir a las fuentes, que son el mismo juego. Hablamos con las mismas estructuras y con pocas variaciones de lo que hemos mamado antes de ponernos delante del micro/teclado/cámara.

Aristeia!, uno de esos juegos que permite con facilidad que adentrarte en él te pueda convertir en un experto.

Por eso formatos y opiniones que rompen estas estructuras nos suponen un soplo de aire fresco. Y al mismo tiempo tendemos a otorgarles un valor excesivo del que no disfrutan otros medios con estructuras más ortodoxas pero que son igualmente sobresalientes.

Muchas veces pienso en qué me empujó a empezar a escribir un blog si yo no tengo un gran bagaje de conocimiento de juegos de mesa. Y tras muchas vueltas lo tengo más o menos claro.

Siempre que me ha gustado algo como para llamarlo afición, no he podido conformarme con dejar que me divierta sin más, sino que, de algún modo, he tenido la querencia de aportarme algo a mí mismo, de darme un giro constante. Como decía el flemático Toby Rylands a Jaime Deza, protagonista de ‘Tu rostro mañana’ de Javier Marías: «tienes que ir más allá, y cuando lo hayas hecho, tienes que ir más allá”.

El protagonista de ‘Tu rostro mañana’ era instado por su jefe a ‘ir más allá’ para descubrir lo que ocultaban sus objetivos.

Tiene que ver mucho con ciertas auto exigencias y episodios vitales que no vienen a cuento, tampoco os voy a dar mucho la turra con esto. Pero me ocurría que si leía un libro, tenía la necesidad de estrujarlo, leer sobre el autor, sobre su contexto, exprimir sus referencias e influencias… El tiempo finito se me lanzaba a la nuca con mordeduras de hurón.

Los juegos de mesa suponen un reto en sí mismo, porque son objetos cuyo primer objetivo es estar destinados a ser jugados. Sin más. Sin pretensiones. Y por ello jugarlos podía chocar frontalmente contra la atosigante idea de sacar un sentido y partido a todo. Así que poco a poco iba modulando que jugar era jugar, y poniendo de mí en el juego para contribuir a la partida y, sobre todo, para ver si había algo más con lo que divertirse, además del propio juego.

Hay algo que me ocurre, también por todo esto, con los juegos de mesa, y es un acuciante latigazo del llamado síndrome del impostor.

Y me refiero más a la manera en la que quiero comunicar y la ausencia de algo a lo que me sienta afín por completo en este mundillo. Me gusta todo tipo de juegos, pero no soy experto ni me especializo en ninguno en particular, y sin embargo, aun disfrutando de todos, querría hacerlo de forma más concreta en alguno que concretase algún aspecto, wargames, temáticos, abstractos…

¿Cómo hablar de un juego como Kingdom Death Monster si es un juego que te ofrece una experiencia a descubrir durante años?

Y el hecho de realizar el podcast me pone en un brete en el que tengo que revisar si la forma en la que comunico va acorde con lo que soy como jugador. No tengo forma de definirme, aunque lo he intentado varias veces, y quizá es algo que me cuesta cuando veo que otros compañeros que hacen lo mismo que yo, y que lo hacen desde el punto de vista de verdaderos expertos.

Cuando pienso en un medio escrito o escuchado, como un blog o un podcast, creo que quien lo hace ha de tener en cuenta que, principalmente, sabe de lo que habla o al menos puede defender posturas desde algo más que el conocimiento, también el empirismo y el poso de alguien que se convence de tener un trayecto del que conoce el camino.

Muchas veces me planteo si debiera haber hecho estos esfuerzos en escribir acerca de libros, que es en lo que creo que más conocimiento tengo. Leo y escribo mucho y tengo, a mi parecer, un conocimiento más que aceptable sobre literatura –al menos más que sobre juegos de mesa–. Entonces, ¿por qué no escribir o tener un podcast sobre libros, y sí hacerlo sobre juegos de mesa?

Hace ya tiempo tropecé con éste post de Xavi Carrascosa en Médium, que hablaba de los blogs que él consideraba que eran los mejores y que ya habían “muerto”, es decir, que estaban inactivos. Y entonces conocí el blog que aparece en segundo lugar en ese listado.

Ya había leído una referencia a él en el blog de Estudios Solaristicos de Lev Mishkin, en el que decía algo que comprobé de primera mano: “Probablemente el mejor blog de juegos de mesa, al menos el que mejor escrito está, y con diferencia”. Esto fue un punto y aparte. Lo leí entero. Este blog es “Por qué pierdo” –¿os suena a algo el nombre?–.

La fotografía de cabecera de ‘Por qué pierdo’ era quizá una declaración de intenciones.

De nuevo aparece el tono de impostor, porque noté una conexión muy concreta con éstos escritos, de perfil cercano a una mezcla entre nostalgia y risoñez pero con el rigor de quien se conoce a sí mismo y se reconoce en la forma en la que se relaciona con los juegos.

La autora del blog llevaba sus opiniones a cuotas muy personales y de algún modo hacía que los juegos y sus partidas ejercieran de hilo comunicante ante muchos aspectos de su vida. No hay forma de saber a ciencia cierta que si a veces habla de un juego o de su vida. Las partidas jugadas resultaban más una expresión de su estado de ánimo y de los condicionantes de una vida y sus circunstancias –trabajo, amigos, pareja…– que se intuían a través de sus crónicas.

Me parecía un ejercicio de introspección precioso y al mismo tiempo que me colmaba en cuanto a cómo había pensado que querría escribir. Hay diferencias, claro; ‘Jugar a Perder’ tiene una intención quizá más activa y diría que hasta alegre –sea lo que sea que signifique esto último–, posiblemente menos intimista –y quiero pensar que menos pesimista– que ‘Por qué pierdo’, y además trato de usar el humor como barco de rescate cuando mis escritos ruedan por sí mismos y van directos a caer por la borda.

Leí todos y cada uno de los post que conforman el blog de manera cronológica, desde el primero hasta el cierre final, publicado un 4 de enero de 2015, pocos días antes de reyes, puede que –fantaseo–imbuida la autora en la nostalgia de las fechas.

Ésta última entrada como capítulo final, cuando se lee todo del tirón, casi resulta trágico y empuja a pensar en un final obligado por agotamiento sentimental, quizá por una ruptura, una mudanza, o un cambio intenso de parecer acerca de los juegos, o incluso una variación vital.

No negaré que estuve en ocasiones tentado a escribir a la autora, al fin y al cabo quedaba claro que ella era de Murcia y yo paso mis veranos allí. Pensé que qué pensaría de mí, alguien que le contacta por lo que ha leído de su blog, sería extraño y casi sería retorcer la esencia de su blog, tan propio y ya cerrado.

Así que simplemente decidí que debía ser así, que si escribía y quería que aportar algo, debía de ser algo parecido a lo que ella hacía.

Wingspan es uno de los juegos del pasado año que más ha dado que hablar y, en mi opinión, también sigue teniendo perspectivas aún no tocadas.

Pensé que cuando hablase de este tema, que ya había apuntado antes en algún momento, terminaría por no saber bien cómo continuar el blog. Es porque no encontraría un motor parecido para seguir hablando de ello.

Pero es verdad que los temas se han sucedido, y tengo unos seis o siete post pendientes de publicar, siempre acometidos al rodillo que es la auto exigencia que arrolla como un rodillo todo lo que escribo y ese síndrome del impostor constantemente alerta. Y puede que la conclusión práctica de todo esto sea en cierto modo que las próximas entradas serán más cortas y concisas a partir de ahora.

A veces pienso que me gustaría ver el crecimiento de una persona con su relación a través de los juegos de mesa en los blogs, podcast y vídeos que leo, escucho y veo. Creo que de algún modo ya se pueden ver pistas, pues las referencias que tengo y la gente a la que sigo y  me gusta tienen esa evolución y me encanta notarlo.

Quizá la originalidad esté ocupando un lugar que no le conviene o que no merece, como la que exigimos a juegos cuando pedimos que nos sorprendan una y otra vez. O cómo hace que desechemos otros porque no ofrecen eso que pensamos que debería ser original. O que la originalidad, a la hora de hablar de juegos, sea otra cosa que lo que pensamos.

Puede que ser original tenga que ver con todo esto, con dejar una impronta comprensible y hacer notar que nuestra evolución como jugadores tiene que ver con nuestra evolución como personas y que eso se refleje y que alguien llegue, en algún momento, a entenderlo. Esa sería la forma en la que, creo, dejaría de sentirme un impostor.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

2 comentarios en “Impostor y copiota Sobre la dificultad de ser original para hablar sobre juegos y la búsqueda de referentes. A veces uno es impostor y copiota sin saberlo u orgulloso de serlo.

  1. A mí me gusta mucho más cómo abordas tu blog, cómo me hablas de tus cosas y de cómo el juego se relaciona con ellas que la posibilidad de que hagas reseñas más neutrales y asépticas y vacías. Es más generoso por tu parte hacer el esfuerzo de aclararte y contarnos tus hallazgos que simplemente parafrasear un manual, así que

    ¡muchas gracias!

    1. Hola, Pablo!
      No sabes qué alegría me da leer comentarios como el tuyo. Desde luego, si algo me anima a escribir, es la idea de poder hacerlo sobre algo que tenga relación conmigo. No sé hacerlo si no es a través de algo que conozco, es decir, con mis ojos y de la forma menos aséptica posible.
      Muchísimas gracias, de verdad!

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