La final del campeonato mundial de ajedrez entre Bobby Fisher y Boris Spassky en 1971 fue muchísimo más que una final de un campeonato de ajedrez.

Contigo no juego ¿Jugarías a un juego de mesa con alguien cuyo pensamiento político y social es totalmente contrario al tuyo?

¿Jugarías a un juego de mesa con alguien que sabes que piensa totalmente contrario a ti? ¿Te sentarías a jugar con quien sabes que apoya algo que tú aborreces, o que vota a ese candidato político cuyo ideario está a años luz de ti, o que le disgusta algo que a ti te encanta?

Este artículo estaba destinado a ser parte del anterior, pero aparte del evidente exceso de texto que hubiese supuesto, creo que daba de sí como para sacar un artículo aparte que, aunque estuviera relacionado, tuviera entidad propia.

Antes de continuar he de avisar de que, por supuesto, no hace falta leerse el anterior para leer este, pero digamos que creo que ambos se complementan ya que los dos tratan acerca de lo qué buscan los jugadores en la mesa y de cómo nos tratamos/usamos/queremos unos a otros para conseguir lo que buscamos cuando jugamos a un juego de mesa.

He oído siempre, muy acertadamente, que todos deberíamos rodearnos de gente que esté en sintonía con nosotros. En la vida, vaya, no solo en nuestras partidas, que es lo que nos toca aquí. En sintonía no se refiere específicamente a pensamiento filosófico, político o equipo de fútbol. Se refiere al filtro que aplicamos a nuestra visión, aunque muchas veces ésta esté relacionado con la filosofía, la política… o el fútbol.

Vast - Leader Games
Vast, un juego cuyas facciones asimétricas hacen que el juego sea equilibrado. Vast /Leader Games

Cuando estamos cerca de nuestros amigos y familiares tenemos la posibilidad de aprender cómo son y qué podemos esperar de ellos. No siempre es fácil discernir qué puede ofrecerte en tu vida un hermano, un primo o un vecino, y muchas veces el tiempo es el que nos aporta la perspectiva suficiente como para que nos demos cuenta de dónde está el tesoro escondido. Pero cuando no hay tesoro o lo que hay en el cofre es un puñado de carbón –aunque para otros siga siendo oro–, es otra historia.

No hablo de gente tóxica, pues, aunque nos cuesta a veces saber cuando alguien lo es, una vez la sepamos hay pocas soluciones ante esta gente más que plantarle cara o no volver a verles jamás. Hablo de aquellos a quienes puedes mirar y elegir, con quienes convives en espacios, coincides, tienes cerca o incluso vives, pero con quienes pudiendo hacerlo, no quieres jugar a juegos de mesa por razones que nada tienen que ver con los juegos.

La final del campeonato mundial de ajedrez entre Bobby Fisher y Boris Spassky en 1971 fue muchísimo más que una final de un campeonato de ajedrez.
La final del campeonato mundial de ajedrez entre Bobby Fisher y Boris Spassky en 1972 fue muchísimo más que una final de un campeonato de ajedrez.

Piensa en ese familiar con el que disfrutas compartiendo unas cañas y al que no ves demasiado. O en ese amigo de toda la vida al que estás seguro de que si le hablases de juegos de mesa te alzaría una ceja. Tu predisposición a no jugar juegos con ellos es debido a lo que ellos te han dicho de sí mismos. Sabes que no funciona con ellos esa manera de compartir el tiempo, y puedes respetarlo y entenderlo. No necesitas jugar con ellos, y por supuesto, ellos tampoco necesitan que lo hagas.

El tema en el que quiero ahondar es precisamente el contrario. Cuando hay espacios que hacen que coincidamos con gente que es diametralmente opuesta a nuestros pensamientos e ideas con el mundo y en el que encontramos un lugar común frente a un tablero. ¿Queremos jugar igualmente con ellos? ¿Somos capaces de jugar juegos de mesa quienes piensan política, social o vitalmente contrario a nosotros?

Me resulta difícil responderme a mí mismo y sin embargo en mi vida diaria obtengo un rotundo ‘sí’ a estas preguntas. Una persona que está a las antípodas de mi pensamiento puede ser un gran compañero de mesa. Se me presenta la idea del ser coherente conmigo mismo y tener que darme respuesta ante mis compañeros de juegos. Pero siempre teniendo en cuenta qué límites quiero para mí mismo y para todos los que me rodean.

Jugando al dominó
Viendo a estos cuatro presencié que aunque se llevaban bien durante la partida, resultaba que no se aguantaban entre ellos. Tensión hasta el final.

Algunos de esos jugadores están a años luz de lo que yo considero mis ideales y preceptos, y se podría pensar que, si su actitud ante la vida es de alguien que piensa así, podría rechazar las interacciones con ellos en cualquier sentido. Pero ahí está la mano izquierda –no va esto con segundas, ni mucho menos–de cada uno y sus capacidades y la querencia de darles uso. Y de ver más en esas personas, quizá, gracias a los juegos de mesa.

Precisamente en esta coherencia también doy con un encuentro en el que es posible visualizar caminos que nos hilvanen con esas personas. Podríamos hacer un pequeño comentario en cuando a los juegos de rol, que creo que sí que harían notar más esas diferencias puesto que se acercan a ellas de forma más real –al fin y al cabo, interpretas la vida–, sin lo aséptico del cartón, la madera o el plástico de las miniaturas, elementos éstos que poder tener como barreras entre jugadores.

A veces pienso en términos parecidos con el fútbol, deporte que me gusta y espectáculo que aborrezco. Dos seguidores de un equipo de fútbol podrían compartir asientos en el estadio, invitarse a cervezas durante el partido y abrazarse con los goles, y sin embargo haber votado a dos candidatos al gobierno que están en extremos opuestos.

Es muy manido aquello de que las aficiones unen. La fuerza que tiene la cantidad de razones sentimentales y sociales que hay alrededor de los juegos de mesa es tan grande como para que suceda, y a que a partir de ahí uno sea capas de encontrar esos hilos en los que sentirse a gusto. Hay tanta diversidad y maneras de interaccionar que no se busca un enemigo común o un bando en la misma trinchera –como lo hace el fútbol–. Sino que lo que tratan es de buscar un sentido a lo que se hace, y hacerlo jugando. No se ve jugar, se juega.

Ojo, aquí hablo de “encuentro”, una palabra solo posible cuando hay líneas indivisibles. Porque no olvidemos nunca que puedes jugar a juegos de mesa con quien quieras, esa es la premisa más importante que hay que tener en cuenta, pero tienes razones para decir que no.

Call of Chtulhu RPG
Por su propia idiosincracia, posiblemente el rol, que tiende a imitar la vida, sea complicado de jugar si no es con afines.

Cuando esos encuentros o posibles caminos están rotos previamente, por supuesto, no hay que forzar nada ni deberíamos tener la responsabilidad ni la presión de hacerlo. Un pensamiento político en la antítesis del tuyo puede ser una razón, personal y justificada, de no querer jugar con alguien, de la misma manera que puede serlo no tener ningún problema por ello.

Y aquí reivindico el derecho a decir que no quiero jugar contigo. Nuestros ejercicios de asertividad también deberían llevarse a la mesa de juego. Cuando queremos tener la decisión de elegir –porque podemos elegir–deberíamos tener la potestad de poder elegir a nuestros compañeros de mesa. Tenemos derecho a decir que no y si no lo hacemos puede ser porque queramos hacerle algún tipo de favor, o porque necesitemos de ese sobreesfuerzo para llegar a un objetivo en otro nivel.

Cierto que hablo desde el punto de vista de quien juega a menudo, tiene grupos de juego y asiste a un club como Mecatol Rex, que tiene cientos de socios con quien raro es no encontrar ‘feeling’. Desde luego, si alguien que vive en un lugar donde no tiene acceso a grupos mayores y tiene sus tres amigos de siempre, no puede elegir, podrá plantearse las cosas de otra manera y equilibrar y calibrar lo que a él le parece mejor.

Pero con todo esto creo que es de recibo hacer hincapié en que, en las cosas que más nos gusten de nuestra vida, y los juegos de mesa lo son, podemos y debemos ser nosotros quienes quieran cerrar o tender puentes. Elegimos con quien jugamos y decidimos si queremos jugar con quienes lo hacemos. No olvidéis que siempre podemos decir que no al igual que siempre podemos decir que sí, y a veces esto último significa mucho más que lo primero.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

13 comentarios en “Contigo no juego ¿Jugarías a un juego de mesa con alguien cuyo pensamiento político y social es totalmente contrario al tuyo?

  1. Normalmente, en los juegos de mesa, ves solo una vertiente de la persona. Y según el tipo de juego, el resto de aspectos salen a relucir más o menos.

    Yo se que hay gente con la que puedo jugar, pero que no me apetece relacionarme con ellos más allá del hobby.

    Es habitual suspender muchos de esos juicios personales frente a una mesa. Ya lo haces cuando juegas a temas «controvertidos» ¿Por qué no lo ibas a hacer con la gente?

    1. Hola, Vilvoh:

      Tienes razón. Además que esa suspensión de juicios se hace muchas veces indispensable, para casi cualquier aspecto de nuestra vida. Se me ocurren ejemplos constantes, desde cenas familiares hasta en el trabajo. Tengo compañeros con quienes trabajo de manera excelente, pero por su forma de pensar no tendría más relación con ellos que laboral. Pero como jugar a juegos conlleva tener que interactuar de una forma directa con alguien, es posible que no sea sencillo para todo el mundo. Al fin y al cabo hay elecciones que sí puedes hacer. A la familia y a los compañeros de trabajo te los tienes que “comer”, a las personas con quien juegas un juego no. Y puede que te sea complicado suspender ese juicio personal cuando piensas que esa persona que está frente a ti piensa algo que a ti te incomoda. No es sencillo para todo el mundo, reconozco que yo suelo hacerlo porque siempre busco aspectos positivos en la gente, soy un poco “buenista” en ese sentido y valoro a quien lo es y a quien no, porque seguir las convicciones de uno es algo que tengo en cuenta, pero también ser capaz de tender puentes y de no plegarse a juicios evidentes.
      ¡Mil gracias por comentar, Vilvoh!

  2. Me reencuentro con tu blog, entre podcast y podcast, con dos artículos que me parecen realmente interesantes. Siempre escribes sobre temas relacionados con los juegos, pero no de un juego en concreto y eso me atrae a la lectura de tus líneas.

    En mi caso, si tuviera que prescindir para jugar de la gente que tiene distintas opiniones y gustos que yo, solo jugaría solitarios. Pero siempre hay algo en común con la gente con la que me gusta jugar y es su forma de enfrentarse a un juego.

    Hay ciertos tipos de jugadores que prefiero evitar, pero insisto, no por su forma de ser en general, si no por su forma de jugar. Reconozco que me resultaría violento negar una partida a alguien, mejor procuro que eso no llegue a suceder… y supongo que todos hacemos lo mismo, ¿no?

  3. Cuando juego a juegos de mesa busco divertirme, pasármelo bien. Esa es la principal razón por la que juego. El posicionamiento político, al igual que otros aspectos de la vida del resto de jugadores, como creencias religiosas, orientación sexual, si come carne o no o el equipo de fútbol del que es seguidor y demás, me son totalmente indiferentes.
    El problema surge cuando esos aspectos salen a relucir durante el desarrollo del juego y se convierten en un elemento más de la experiencia lúdica. Si durante una partida al Twilight Struggle el otro jugador comenzase a loar las bondades del comunismo y a tratar de convencerme de lo buena que la URSS, no volvería a jugar con esa persona. Distinto son las bromas o pullas habituales en las partidas, pero que no dejan de ser eso, bromas.
    En resumen, no se trata de pedir un resumen ideológico a los jugadores, sino de respetar las ideas de cada uno, y limitarse a jugar.
    Las discusiones políticas, tomando unas cervezas y no con todo el mundo.

  4. Es raro sentarse con alguien que muestre su carácter de primeras y abiertamente. Lo normal es juntarse con gente que se esfuerce mínimamente en conseguir una conexión entre todos.
    Se trata de sentido común.
    Alguna vez me ha pasado con personas que, después de haber jugado alguna partida con el, decido no volver a compartir mesa, pero no se trata de sus pensamientos políticos ni por su equipo de fútbol…es más por la falta de interés que muestra en que el grupo funcione.
    Para mi es mucho más importante el desarrollo de la partida, las risas y los buenos ratos que el hecho de ganar.
    Por esto no he jugado ningún torneo, creo que un torneo es justo lo contrario de lo que busco en una partida.
    No quiero olvidarme que para mi esto es mi hobby y juego para divertirme.
    No me enrollo más.
    Gran artículo Luís.

    1. Muy de acuerdo con el planteamiento de varias respuestas. Yo vetaría mucho antes a un jugador por el tipo de jugador que es (ultracompetitivo, llorón, kingmaker troll, o él “si yo no gano no gana nadie”) que por sus ideas políticas (a las cuales creo que damos demasiada importancia hoy día, parece que buscamos constantemente puntos de desencuentro en vez de puntos de unión) orientación sexual, etc… estos segundos raramente van a salir a relucir durante la partida, mientras que los primeros tienen grandes posibilidades de aflorar. Por último LUIS no estoy muy de acuerdo en cuanto a que el rol no es propicio para jugarlo con gente contraria a ti, en rol interpretas un personaje (no a ti mismo, que también podrías), en tu vida real puedes ser un abstemio y no tener ni un euro en la cuenta, y tu personaje puede ser un aristócrata borracho y cocainómano.

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  6. Antaño, jugábamos con nuestros amigos de la infancia.(Risk, cluedo, etc.) En esos años lo de menos eran los Juegos, porque te lo pasabas genial con tus amigos.
    Con los años, jugamos con todo tipo de personas a todo tipo de juegos, pero en este punto ya le estamos dando más importancia a los juegos, prevaleciendo sobre las personas con las que juegas, lo cual no está mal.
    Si además jugamos con gente que no nos cae bien, en parte, estaríamos traicionando el componente social de nuestra infancia.
    Creo que ningún juego vale tanto.

    1. Hola, Ruben!
      Creo que las decisiones también se toman conscientes de lo que comentas, es decir, de que puede que te importe más el juego que con quién juegas. Yo lo respeto, no me agrada, pero entiendo que hay circunstancias en las que así es. Pueden darse casos en los que puede que te interese jugar un juego y no puedas hacerlo si no es con alguien con quien no jugarías normalmente. Pero siempre que puedo elegir, en mi caso, elijo a la gente por encima de los jugadores.

      Gracias por tu reflexión!

  7. Le he seguido dando vueltas al tema, es lo que tiene llevar bastante sin quedar a jugar, y me ha venido a la cabeza otra pregunta que pienso está relacionada. ¿El posicionamiento y pensamiento político y/o social de las editoriales o sus responsables puede influir a la hora de comprar uno de sus juegos?
    Me viene a la memoria Kisckstarter y su política con los sindicatos, No solo rol y la denuncia de uno de sus trabajadores y las manifestaciones en redes sociales de editores sobre temas políticos de actualidad.
    En mi caso definitivamente sí. De hecho hay juegos publicados por ciertas editoriales que prefiero comprarlos en otro idioma, o que directamente no compro.
    ¿Por qué? Porque como me ocurre con los actores y deportistas que se alzan en portavoces de causas, entiendo que si alguien se aprovecha de su nombre o trabajo para manifestar unas ideas y no separa sus opiniones (siempre respetables) de su faceta profesional, tiene que asumir que haya personas que no compartan esas ideas y que a su discrepancia añada la opción de no comprar.
    A mí me pasa particularmente con el cine. No veo películas de aquellos actores o directores que utilizan su fama para difundir sus ideas. Entiendo que a un actor hay que valorarlo por lo buen o mal profesional que es, pero no tiene mayor autoridad que Julio el camarero a la hora de expresar su opinión.
    No es una cuestión de boicotear, cada uno es muy libre de hacer lo que quiera con su dinero, pero me enoja bastante ver como hay gente que se ofende porque te dicen cómo vivir tu vida o cuál es la verdad absoluta y luego no les compras sus productos .

    1. Hola, Jose Luis,
      Pienso algo parecido a ti, y de hecho me cuesta replantearme ciertos juicios si me reconozco en una posición en la que dispongo a propósito por alguna razón de las que citas. Me pasa igual con deportistas (no me gusta el futbol no por el deporte, sino porque detesto lo que tiene montado alrededor). Y también estoy en la posición en la que dices, en la que hay una elección que tomas consciente de que lo haces porque va acorde con tu pensamiento por X persona. Creo que en los juegos ocurre lo que dices también, todo son decisiones, desde dónde pongo la fichita a con quién quiero sentarme o qué juego de qué editorial no quiero comprar…
      Mil gracias por tu enriquecedor comentario.

  8. Hola
    Tenía que escribir un comentario, porque os quería comentar lo que me pasó hace poco, y que viene al pelo. La cosa es que conozco a un persona a la que yo veía carismática y divertida, un buen compañero de juegos. Pero por curiosidad accedí a sus redes sociales y me sorprendí mucho al ver que es una persona muy activa hacia unos temas y unas inclinaciones… Dejémoslo en abiertamente intolerantes y beligerantes. La sorpresa fué grande para mi, y de hecho ya no veo a la persona en cuestión de la misma forma. Claro está que no voy a seguirle en redes ni nada así, pero el caso es que desde la sorpresa ya no lo veo igual, lleva esos temas pegados en la frente y a plena vista para mi. No se si podria jugar, o ya simplemente tratarlo de igual manera.

    1. La verdad es que es algo que nos tiene que hacer reflexionar y que en algún momento tenemos que decidir. Es decir, es una situación que puede darse, como pones en tu ejemplo, y tenemos que saber qué decidir hacer. Yo soy una persona muy interesada en mi sociedad y en la política, pero en los tiempos que corren he aprendido que es difícil tener obtener una actitud cordial si lo primero que la gente ve de ti es tu posición política y más cuando te defines de forma clara. Y más si esta definición puede ser especialmente contundente. Así que hay que tener claro si es el tipo de imagen que quieres dar de ti mismo, que creo que aun siendo lícito, puede que la opción sea que lo que sepan de ti primero no sea tu signo político.
      Mil gracias por tu comentario!

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