Warhammer Conquest. LCG / Fantasy Flight

Ganar perdiendo Sobre lo divertido de perder mucho y la competitividad

Que éste blog se llame Jugar a Perder no es por casualidad. Desde hace tiempo, casi todo el que llevo en este hobby y en el que la gente que ha querido se ha acercado a él a través de mí, he sido consciente de que hay múltiples tipologías de jugadores que saben y pueden destacar dependiendo de las habilidades que tengan, de lo que ponen sobre la mesa para jugar a un juego y de su competitividad. Yo pierdo, y pierdo mucho. Casi podría decir que ganar es un rara avis en mi currículum ¿por qué? ¿Afecta esto a la manera en la que vivimos las partidas?

Supongo que pertenezco a un tipo de jugador cuya habilidad no es la que puede y suele poblar los juegos que más exigencia conllevan, a pesar de que disfruto enormemente de los juegos que me piden jugarse con habilidades e inteligencias que no son mis fuertes. No dejo de ser alguien analítico sin serlo lo suficiente como para saber que no llego a competir en igualdad de condiciones con jugadores que suelen jugar éstos juegos con mayor soltura y, por qué no decirlo, disfrutándolo más que yo.

Las carpetas de los LCGs que ya no se siguen editando y no tienen comunidad, descansan en la estantería como antiguos jugadores de futbol de élite retirados. Warhammer Conquest. LCG / Fantasy Flight

He estado unos dos meses dándome cuenta de que, de las cerca de 50 últimas partidas que había registrado en la BGG, había apenas ganado 4 o 5. Habitualmente mi actitud es parsimoniosa con éste tema, pero según iba perdiéndolas decidí intentar registrar durante un período más o menos corto cuántas partidas estaba ganando y perdiendo. Al empezar a notificarme a mí mismo que, efectivamente, ganaba una media de 1 partida cada 6, me lo hice notar cada vez más. Y el tenerlo presente, poco a poco, iba alterando de algún modo la experiencia de algo que tenía asumido, comprendido y que hasta ese momento no me preocupaba lo más mínimo.

Tuve, cada vez más, la sensación de que “necesitaba” ganar más y subir ese rating que de algún modo me ponía en una situación que no me era cómoda. Sabía que no era ni más tonto ni menos hábil por perder más, sin embargo, esa sensación no se ha ido hasta que hace unas semanas decidí que no tenía que calibrar mis partidas con respecto a éste punto ni compararlas con las de los demás. Tal y como había hecho hasta entonces, mis “victorias” no podían gestionarse en las mismas circunstancias que las de quienes ganaban más que yo. Yo, supongo, acabo buscando otras motivaciones diferentes.

Con casi una veintena de partidas al Time of Crisis no sirve de nada “ir a ganar” si mis compañeros necesitan cierta tutorización siendo su primera partida. La satisfacción absurda de ganar por ganar sin extraer nada más de ello (Time of Crisis / GMT)

Quizá suene a consuelo, pero cuando me paro a pensar en ello pienso en que, en muchos aspectos, no soy competitivo: no me importa que la gente “corrija” sus jugadas si se ha confundido, no me importa no terminar una partida si no se dan las circunstancias, no me da apuro si hay que ser flexible con las reglas o con algún jugador en concreto, no soy exigente con quienes juegan conmigo y no dejo de sugerirle, si el jugador lo acepta, si hay otras opciones y que puedan seguir si es que yo controlo más el juego o si veo necesaria una intervención por mi parte aunque, como jugador rival, me perjudique.

¿Soy quizá demasiado flexible en algunos puntos? Puede que sí aunque no lo llamaría flexibilidad como tal. ¿De qué me sirve aplastar a mis amigos más novatos en Juego de Tronos LCG en vez de tratar de tutorizarles y compartir la experiencia del aprendizaje?

Somos seres que disfrutamos con las actividades en las que nos posicionamos en actitud óptima para realizarlas. Si se nos da bien algo, suele gustarnos. Si no, nos cuestan mucho encontrar motivos para volver a acometerlas. Ahora, trato de ver posibilidades a los juegos que se me dan bien de primeras tanto como a los que no, y gracias a eso me he llevado gratas sorpresas al atreverme a explorarlos a pesar de un acercamiento en el que sentí que aquello no se me había dado nada bien.

¿Os habéis preguntado alguna vez en qué juegos sois buenos? ¿Qué tipo de juegos son los que se os dan bien como jugadores?

Los juegos con un corte de menor interacción parecen hacernos competir contra nosotros mismos, y luego, comparar ese resultado con los demás jugadores de la mesa. (Gran Austria Hotel / Lookout Games – SD Games)

Y aquí entra un contexto muy interesante; el de la competitividad y el por qué algunos somos más competitivos que otros. Me doy cuenta de que los juegos que más me gustan son competitivos, son un tú a tú, uno contra uno, o de tres o cuatro jugadores en los que se desarrolle un modo de juego que casi podría decir que me atrae cuando consigue un grado de agresividad bastante alto.

Los juegos que son competitivos pero en los que interviene menos esa interacción me gustan por la dualidad de tener que competir entre varios jugadores que compiten con el juego, pero no es exactamente la tipología de juego que considero de alto nivel competitivo. Hace poco un socio del club Mecatol Rex comentaba que juegos como el Munchkin enseñaban a los jóvenes a competir desde que empezaban a jugar juegos de mesa. Los juegos a los que jugaba de pequeño no escondían ese matiz. Siempre se dice que todos en algún momento hemos tocado Magic, y en mi caso también fue así, pero no me quedé el suficiente tiempo como para comprobar si se me daba bien ni para desarrollar un sentido de la competición que tuviera por norma querer ganar siempre.

Noto que destacamos, cuando hablamos de los juegos a los que hemos jugado, si hemos ganado, si hemos perdido, y por qué. Noto también una constante sensación de competitividad que cuando examino con más detenimiento me hace pensar en el sentido competitivo, y en cómo, cuando nos preguntan por esa querencia de ganar, tenemos la sensación de incorrección y de incomodidad porque parece que no nos atrevemos a asegurar que la competición hace que nos guste más un determinado juego y que sí nos importa si ganamos o perdemos.

Parece que está mal visto y ésa sensación empapa nuestros discursos. No lo tacho, pero seguro que a medida que estáis leyendo ésto parece que me estoy quejando de ello, y no es así: ese es el tipo de sentimiento al que me refiero. Sabemos que competimos, pero a veces nos avergüenza de algún modo, de una manera global, reconocerlo. A pesar de que todos los juegos que hemos ido aprendiendo a jugar desde pequeños han sido enfocados a que haya un ganador sobre los demás.

El rol no compite, consiste en una creación narrativa común, y sin embargo muchos jugadores interpretan sus roles con matices de competitividad y muchas veces enriquecen la partida gracias a ellos. (Partida de Symbaroum).

Pero puede que lo que queramos decir es que algunos somos capaces de disfrutar sin competir, o cambiando las metas que pretendemos alcanzar. Que quizá una victoria no sea tan importante como tener claras las mecánicas del juego, sus matices, ver sus profundidades y tener la convicción de que nos ha quedado claro qué queremos que nos de ese juego y que vamos a exigirle –el rol tendría algo que decir aquí–.  Y puede que si se me diese bien ciertos juegos y ganase más a menudo no pensara en absoluto nada de ésto.

Por eso éstos matices se quedan fuera cuando cambiamos tanto de juegos, jugamos una partida a un juego para cambiar y jugar a otro, y ahí solo se desarrollan ciertas habilidades e inteligencias entrenadas que son capaces de ganar a cualquier juego aunque lo jueguen por primera vez. Jugar y exprimir un juego competitivo desarrolla y entrena esas y otras habilidades y poco a poco hace que puedas competir “mejor”. Igual que es tan válido que, sabiéndose en menor posibilidad de ganar, se apueste por no perder, y sin embargo el tratar de no quedar último también se vea socialmente como algo motivo de burla.

Jugar tu enésima partida y ver tus mejoras, es una forma de competir que se libra de la agresividad que parece ponernos socialmente en un contexto incómodo. Y hay mucho componente de género en ésto, en habernos enseñado a los varones a competir desde que jugamos y a las mujeres en hacerlo en menor medida, y por ello hay tantas diferencias, querencias, deseos y prejuicios en los juegos que jugamos hombres y mujeres.

Pero no os preocupéis, ya paro, y no dejaré encima de la mesa por enésima vez el mensaje de que hay que jugar a los juegos, exprimirlos y sacarles el partido, que es cuando más lo vamos a disfrutar, porque no es siempre así y no a todo el mundo le vale. Si hay que quedarse, en mi opinión, con algo de toda esta parrafada infumable que os habéis leído, es sobre todo con que quedar el primero en el track de puntos puede ser para muchos totalmente relativo, y para otros tantos, absolutamente indispensable. Y que ganar o perder importa, pero ni es lo único que importa ni nos debiera doler decir que así es.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

3 comentarios en “Ganar perdiendo Sobre lo divertido de perder mucho y la competitividad

  1. Interesante artículo. A veces la competitividad no está tanto en el resultado final, en la dualidad ganar/perder, si no si ibas ganando o perdiendo durante la partida, y como ha terminado. No es obvio en todos los juegos, pero esas partidas donde la primera posición baila cada turno puede ser más placentera que una victoria desde el principio.

    Sobre la culpabilidad de ganar, puede ser por el miedo a perder rivales por «mala reputación». De la misma forma que nos gusta ganar, no nos gusta perder, sobre todo si tenemos la sensación que la posibilidad de victoria es nula. De que sirve ganar siempre y dominar un juego, si nadie quiere jugar contigo.

    1. Opino como tú. Además, cuando ganas hay predisposición a tener la idea de que se ha ganado porque se ha hecho bien, cuando quizá se ha ganado por demérito de los demás, y muchas veces pesamos que la forma en la que lo hemos hecho es la correcta. Como dices, no es obvio tampoco la transición hasta llegar a la victoria ni siempre el juego da de sí como para poder disfrutarlo así.

      Sobre la posibilidad de victoria, si no la hay, puede que pueda buscarse en victorias de otro tipo, desde conocer el juego, ejecutar estrategia… pequeñas victorias dentro de la partida, que no sean la victoria final. Damos tanto poder a la posibilidad de ganar que si no existe, es posible que no queramos ni jugar.
      Muchas gracias por el comentario!!

  2. No estoy de acuerdo en que a los hombres se nos enseñe a competir (al menos no más que a las mujeres). En mi experiencia, esa es una necesidad que nos surje de forma natural. Y se usa de forma pedagógica porque realmente a todos nos gusta ganar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *