Triumph and Tragedy

Mindfulness en los juegos de mesa (1)

Si sabéis lo que es el Minfulness es posible que os de curiosidad saber para qué demonios hago uso de ello en estos temas que nos competen. Parece que los 140 caracteres de Twitter dan para todo. Figuradamente y casi literalmente. O no, porque por narices, los estiramos: entablamos conversaciones a traves de ellos, creamos hilos de twits consecutivos y tratamos de encontrar las triquiñuelas para que esos 140 caracteres puedan multiplicarse y hacer perpetuar nuestras ideas y su extensión para darles comprensión. En otras redes sociales ocurre lo mismo, y sin embargo la extensión que conceden no es explotada de las mismas maneras, no puede uno recortarla en trozos y darle sentidos únicos y rápidos de entender por sí mismos.

Nos cuesta explicarnos y nos cuesta atender. No es nuevo, pero tampoco es viejo, va acorde con una intencionalidad social, con el repunte del interés por lo inmediato y de las tecnologías (empresas e individuos) que lo fomentan. Las formas de comunicarnos se ven empujadas a ello. En lo que a nosotros nos compete, en nuestro mundillo casi romántico de los juegos de mesa, si entramos en la dinámica enfermiza, nos vemos ahogados por la novedad. Somos un tipo muy determinado de «consumidor» en el cual se sustenta un porcentaje que busca nichos en los que encajar su moda. Essen, GenCon, festivales diversos, novedades constantes…

No, no vas a sacarle todo el partido al Triumph and Tragedy en la primera partida. Ni en la segunda, ni en la tercera… (Triumph and Tragedy 2nd, GMT. Foto: Mecatol Rex)

El mercado lo propicia, con su incesante renovación de títulos, pero somos nosotros quienes solicitamos que así sea. Somos tan constantes en pedir que no nos damos la vuelta a mirar lo que ya hemos pedido antes. No creáis que somos un grueso, no lo somos, somos los específicos, los exigentes con lo que pocos exigen y los que se echan a la espalda más batallas de las que merecen la pena. Y esto, por supuesto, tampoco es nuevo ni exclusivo de este mercado que, – en mi opinión, aunque esto será harina de otro costal– tiene un techo de cristal claro en el que frenar.

Este post podría estar pefectamente hilado con el anterior «Los reglamentos gustan, disgustan, y dan igual«. Porque el germen de ambos se ha generado desde el mismo lugar; mi necesidad de pausar y el deleite que conlleva. Las reglas me han dado bastantes razones para hacerlo. Su lectura, sobre todo en cierta tipología de juegos, me ofrece una amplitud más gratificante y me han dado pistas para a ver lo global que puede ser un juego. Cada juego tiene un objetivo, un público, y un momento. Pero, si pueden extrapolarse, los que cumplan los requisitos que deseo para mí tienen mucho más contenido que la sesión de juego que puedas mantener con ellos.

Es difícil contempla hoy en día que el divertimento y la forma de abrazar la complejidad y enormidad que suponen algunos juegos pueda comenzar, para nosotros, desde el momento en el que se abre la caja. O antes, desde que tienes ligeras ideas del juego, desde que conoces de su existencia, del tema del que va a tratar y un largo etcétera de promesas. Y que pueda extenderse en el tiempo tanto como el idilio que queramos tener. Somos poco fieles a pesar de la enorme fidelidad que algunos de estos juegos nos prometen.

El tiempo del que disponemos es el que es y no da para todo. Las sensaciones, si las queremos, hemos de buscarlas también por el camino. Hay juegos sin exigencias, que ni solicitan ni piden, por eso me bastan 140 caracteres para aprender a jugarlos. Un buen vídeo y listo. Hay otros –a los que más me gustan jugar– que se prestan para ser disfrutados, pero no solamente jugando. Jugar a estos últimos es un objetivo pero no el único. Y el tiempo aquí se torna fundamental.

Ojú qué estrés. No ha acabado la GenCon y ya estamos pensando en Essen… (Foto: Justin Gary: http://www.justingary.com/)

Que la sesión de juego implique un concepto social puede variar ese objetivo. Las sesiones de aprendizaje, despliegue y resolución de dudas han de ser cuidados en lo posible. Principalmente porque suelen ser juegos que implican reglas de mayor grosor, más meticulosas, que requieren un extra por nuestra parte y episodios de atención casi plena. Y con ello, si pretendes jugarlo, una responsabilidad. Leer las reglas, ponerlas en práctica… Bukowski decía que el conocimiento que no se sabe aplicar es peor que la ignorancia. Imaginad tener que explicar el Pax Porfiriana o el Triumph and Tragedy y no saberse las reglas al dedillo.

Pero yo me refiero al aporte. A su contexto, al todo. Seguro que, explicándome tan mal como lo hago, me entendéis de sobra. Escucho a veces –muy pocas– algunas afirmaciones que chirrían con el modo en el que nos dejamos envolver de esa vorágine de la que hablo: «Me gustan más los juegos que jugarlos«. ¿Nos hemos preguntado por qué? En ocasiones la expectativa subyace del el viaje, y cómo afirmaba Stevenson, la pasión por llegar es mayor que la satisfacción que reside en lugar al que se llega.

Preparar un juego para jugar exprime, implica movimiento, acción mental y física. Implica un aporte que no siempre vuelve en forma de «partida». Y si estos pasos no son un objetivo en sí mismos puede dar pereza desplegar el juego.

Nuestro afán de condensar todas las sensaciones que queremos sentir a veces impacta directamente convenciéndonos de que el juego y jugar a él es la única meta y satisfacción que puede aportarnos. El mindfulness aplicado a todo este rollo tendría mucho de pausar y mirar; dar un paso atrás, respirar, abrir la caja, disfrutar de la transición y contemplar el todo. Esto parece que choca frontalmente con la realidad. Y es que parece que nos exigen más tiempo del que desearíamos dedicarle antes de obtener el fruto y acaba por dejar el juego en la estantería. Jugar a un juego no es solo jugar al juego. Y esa premisa es la que quiero aplicar a mis experiencias lúdicas siempre que pueda.

Para sacarle el juego a los juegos de Eklund no bastan un par de partidas. Mirad el mazo de arriba a la derecha; es la expansión sin abrir… (Pax Renaissance. Sierra Madre Games)

Así que planteo, desde aquí, una serie de ejercicios –sí, ejercicios, pero no se me asusten, coñe, que tampoco es para tanto– que propicien que poco poco vayamos echando el freno a ciertas costumbres (¿manías?) que inciden en una vorágine de la que quizá quieras alejarte. Y digo «quizá», que bien puede ser que no lo desees ni pienses necesitarlo.

Pasemos un test y apuntemos las respuestas afirmativas.

  • Soy completista. Me meo por tener que comprar la expansión de un juego que ya tengo.
  • Soy incapaz de entrar en una tienda de juegos sin comprarme algo.
  • Tengo muchos juegos sin probar. De al menos un tercio de ellos no tengo la certeza de poder probarlos en un tiempo relativamente cercano.
  • Compro a ciegas, sin saber con certeza si me va a gustar el juego que compro.
  • Me he visto mirando la disponibilidad de algunos juegos nada más terminar (o durante) la partida a ese juego.
  • Soy capaz de alucinarme con un juego y echarle solo una partida.
  • Tengo la certeza de que no extraigo todo el beneficio posible a mis juegos.

Si al final de la séptima respuesta tu reacción es «Sí, y qué», es estupendo igualmente. ¿Tienes un problema? No, por supuesto que no lo tienes. Haz lo que quieras. Haz con tus gustos, tus opiniones y tus juegos lo que te de la real gana. Y que nadie diga lo contrario, tu disfrutas con lo tuyo como te apetezca. Pero si alguna de las afirmaciones de arriba te han hecho sentir incómodo, sería genial que fueras capaz de echar un rato en reflexionar en el por qué.

Puede que lo mejor sea empezar por ahí. En próximos post pondré algunas técnicas, reflexiones y apreciaciones que he ido extrayendo de mi propia experiencia y de la que he recibido y observado de los demás. De verdad que recordar ciertas cosas y pausarse un poco –y obligarse a hacerlo, que por ahí va lo del mindfulness– me ha servido para disfrutar de todo este mundillo más –aún– si cabe. Cada uno, si le sirven, podrá –supongo– aplicárselas a sí mismo. Y si no, seguro que tiene cerca alguien a quien poder cedérselas.

Y si no, al diablo, total, vida solo hay una y hay que jugarla a tope.

Manténganse atentos.

Publicado por

LuisFley

Juego a juegos de mesa y casi siempre pierdo. Poco más que decir. Si acaso, que grabo un Podcast sobre ello llamado 'Planeta de Juegos'.

4 comentarios en “Mindfulness en los juegos de mesa (1)”

  1. Pues la respuesta es sí a todas y cada una y como me siento?
    Pues sentimientos encontrados.
    Por una parte no me importa xq soy consciente de que es una realidad pura y dura y que dificilmente va a cambiar (al menos drásticamente), por otro lado sí que me siento fatal xq se que ronda la obsesión y las obsesiones NUNCA son buenas. Da pena no disfrutar a si máxima potencia lo que más te gusta (bueno, miento un poco xq los comics, series/pelis y gastronomía comparten el mismo podio) porque estás pensando en lo próximo que te vas a comprar o porque a veces más ilusión hace darle al botón de compra y esperar que llegue el juego que jugarlo o xq nada más acabas de intentar hacer hueco en alguna de tus estanterías (a duras penas) estás pensando en que deberías de haber pedido un par d cosas más (y si no es en ese momento, al día siguiente, lo pides) y en como leches vas a recolocar toda la colección.
    Tengo juegos que no he probado y se q no los probaré y no se x qué. Pereza? No tengo problema con los grupos d juego ni de tiempo. Puedo jugar prácticamente a lo que quiera y cuando quiera. Pero por qué no los juego? Por no leerme las reglas? Algunos las tienen de menos d una página así que…
    No lo se.
    Me metí más de lleno en esto hace 8 años y el primer juego que me compré tras entrar en mi asociación, aún no lo he jugado. Qué nombre le ponemos a eso? No lo cambio en mathtrades como he hecho con otros, ni lo vendo, cambio en mercadillos ni nada. En fin… Tan raros somos?
    Deseando leer el desenlace y esa aplicación del Mindfulness.

    1. Hola, Patricia.

      En primer lugar, mil gracias por tu mensaje. Lo cierto es que creo que mucha gente puede verse reflejada en tu comentario. Desde luego que las obsesiones nunca son buenas. A veces pienso en hasta qué punto somos consciente de lo que estamos haciendo, y si «eso» que hacemos, dejarnos llevar por la vorágine, nos satisface realmente.
      Todo de lo que hablas forma parte de esta afición. Recolocar los juegos, comprarlos, etc… hay cierto encanto en ello. Pero hay momentos en los que puede que esto suponga uno de los verdaderos problemas. La ansiedad por seguir adelante, caminando implacables, está ahí. Y estoy seguro de que muchas veces surge y solo podemos callarla metiéndole más madera al fuego, nunca mejor dicho.
      Yo tuve una experiencia parecida, hace menos años, hasta que he tratado de decir «bueno, ya está bien, vamos a disfrutar REALMENTE de esta bella afición.
      Ojo, jamás diré que quien no hace con yo no disfruta realmente de lo mismo. Pero a mi me ha costado tiempo darme cuenta de que A MI sí que me gusta disfrutar de todo esto de una manera más pausada, atenta y tranquila.
      Tus ansias por leerlo son acicate de mis ganas de seguir escribiendo.
      Gracias por comentarlo y tomarte tu tiempo para escribirlo. Ha sido un placer leerte.
      ¡Un abrazo!

  2. Esta entrada tuya me ha hecho reflexionar, que supongo es lo que se pretende en cada una de ellas. ¿Y si jugar a juegos de mesa fuera «jugar y nada más»? ¿Sería lo mismo? Desde luego para mi no.

    Lo bonito de esta afición es todo ese envoltorio que la rodea: los blogs, los podcast, los canales de youtube,… me reconozco un adicto a todos ellos, sobre todo a los podcast, ya que me permite disfrutar de «la magia de los juegos» mientras trabajo, mientras plancho o mientras friego los platos. Escuchar mis podcast favoritos mientras pinto miniaturas es como disfrutar el doble de mi tiempo de ocio.

    Y eso precisamente es lo que nos distingue como aficionados, pasamos más tiempo hablando-leyendo-escuchando de ella que practicándola. El simple hecho de entrar en una tienda física o navegar por las secciones interminables de una online es un disfrute. No es algo exclusivo de los juegos de mesa, esto es así en casi todas las aficiones. Pero esto es lo que nos gusta, ¿no? ¡¡¡Somos Jugones!!!

    1. Poco que añadir a lo que has dicho. Como aficionados nos definimos, pero la afición es, precisamente, algo que pasa más allá del mero hecho de jugar. Si no, seríamos simplemente jugadores. U otra cosa menos compleja de definir…
      ¡Mil gracias por tus enriquecedores comentarios!

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